martes, 20 de septiembre de 2011

Para las luciérnagas el sexo es una cuestión de envíar luces en la oscuridad. Las hembras escogen a los machos por su capacidad de hacer luz a ritmos preferenciales: pulsos más rápidos o más largos, según la especie de lampyridae. Aquellos pulsos de luz que les gustan reciben respuesta, coquetamente, como ecos luminosos.
Una hembra puede iniciar diálogos de luz con hasta diez machos en una sola noche y mantener varias conversaciones a la vez. Pero al final sólo se reproduce con un solo macho, generalemente aquel al que le ha respondido más veces. En algunas ocasiones, no sin poesía, su apareamiento puede durar hasta el amanecer, cuando sus luces son devoradas por la luz del cielo.
firefliesMiles de machos pueden competir por una sola hembra, enviando pulsos de luz toda la noche esperando que sus ritmos sean elegidos por la reina luminosa, como cientos de chicos bailando alrededor de una linda mujer en una fiesta, presumiendo sus mejores pasos, a veces bailando con ella o esperando a que deje de bailar con otro chico para prestarles atención y medir su potencial reproductivo a través de la calidad de su luz.

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